Por XIKOOVA
Disfrutar del desfile militar mexicano, especialmente el del 16 de septiembre o el del 20 de noviembre, es vivir una experiencia llena de orgullo, historia y emoción patriótica. Desde muy temprano, familias enteras se reúnen a lo largo de Paseo de la Reforma o en el Zócalo capitalino, ondeando banderas y portando sombreros tricolores mientras esperan el inicio del espectáculo. El ambiente es festivo, con vendedores ambulantes ofreciendo antojitos mexicanos, tamales, banderitas, y hasta silbatos para los más pequeños.
El rugido de los motores, el impecable paso de los soldados, la majestuosidad de los caballos, la disciplina de los cadetes y el sobrevuelo de aeronaves de la Fuerza Aérea crean una atmósfera única que pone la piel chinita. Cada contingente, ya sea de la SEDENA, SEMAR o Guardia Nacional, desfila con precisión y porte, mientras el público responde con aplausos, gritos de "¡Viva México!" y rostros llenos de emoción. Ver a los veteranos, los carros históricos y las escenificaciones de pasajes revolucionarios completa una jornada que mezcla respeto por la historia con un profundo amor por el país.